Erika Donaire: Olivicultora de Taltal

¿Sabía usted que, al interior de la comuna de Taltal, en pleno desierto de Atacama, se elabora uno de los aceites de oliva más sabrosos de nuestro país? Así es, tal como lo lee. Y la responsable de esta hazaña es Érika Donaire, una vecina de la localidad de la “Cachina”, que hace algunos convenció a su comunidad de que era posible cultivar en el lugar más seco del planeta. ¿Cómo lo hizo? Pues, cosechando nubes.

Cuenta la olivicultora que todo comenzó a los pocos meses de llegar esa localidad, hace ya 20 años. Por aquel tiempo, para algunos habitantes de Taltal la Cachina no era más que un pedazo de tierra, abandonado a su suerte, que sólo servía para tirar los desperdicios que los camiones de la basura se negaban a recolectar. Y todo, a vista y paciencia de sus moradores. Aunque intentaba ponerse en la piel de sus vecinos, Érika se negaba a aceptar un trato así de vejatorio y humillante. Si la gente no estaba dispuesta a mover un dedo por su comunidad, bien por ellos, pensaba. Pero no sería su caso. Así fue como una mañana organizó una cuadrilla de jóvenes con la limpió hasta el recoveco de la Cachina.

Si bien este lugar había recuperado algo de su dignidad, Érika no se sentía conforme. Sabía que se podía hacer mucho más por la comunidad. Por esas cosas del destino, un día conoció la historia de un grupo de vecinos que había logrado lo que parecía imposible: practicar la agricultura en medio del desierto. Gran responsable del milagro era el “atrapanieblas”, un novedoso sistema de captación de agua, económico y sencillo, que funcionaba con paneles de mallas raschel distribuidos en sectores por donde circula la vaguada costera, popularmente conocida como “camanchaca”. En otras palabras, ¡cosechar nubes!

Como era de suponer, la idea de convertir la Cachina en una zona agrícola no hizo eco entre los vecinos. Érika se había ganado el respeto de la comunidad por erradicar la basura de sus vidas. Pero una cosa muy distinta era transformar ese páramo inhóspito en campos de cultivo. El escepticismo no fue suficiente para frenar su entusiasmo. De modo que, con más ganas que recursos, la futura emprendedora comenzó a estudiar, se asesoró con profesionales especializados y, después de mucho esfuerzo y trabajo, consiguió financiamiento para implementar este sistema en los terrenos de la comunidad.

La decisión de plantar olivos fue una decisión sugerida por técnicos en la materia. Aunque su confianza en el proyecto estaba fuera de discusión, tuvo que armarse de paciencia para que su trabajo comenzara a dar frutos. Cuando eso ocurrió, muchos de sus vecinos decidieron sumarse al emprendimiento. Conformaron una cooperativa y hoy, la Cachina cuenta con 25 predios agrícolas (casi 400 hectáreas de superficie) y una planta de producción donde se elabora el reconocido aceite de oliva orgánico “Taltal”.

La historia de Érika y los vecinos de La Cachina es sencillamente alucinante. No es fácil hacer realidad un sueño, menos en un territorio donde la naturaleza se doblega frente a un sol implacable, que no da tregua. Pero el esfuerzo y perseverancia siempre reciben el premio que merecen. El aceite de oliva de esta comunidad es el fiel reflejo de esa afirmación. Un producto suave, sabroso y aromático que, al probarlo, “te deja en las nubes”.

Dirección: Sector la Cachina, comuna de Taltal, Región de Antofagasta

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