En Laraquete, una apartada localidad rural de la comuna de Arauco, al sur de Concepción, existe una misteriosa piedra, oculta en el lecho del río Cruces, que es utilizada como materia prima para la confección de artesanías de gran fineza, como relojes, anillos y collares. Pero la verdadera historia, al menos la que nos interesa en esta oportunidad, es la que ocurre muchos antes que el trabajo de joyería. Y sus protagonistas son un grupo de mujeres que, gracias a su esfuerzo, han mantenido con vida una tradición que va camino a su cuarta generación. Ellas son las recolectoras de Piedra Cruz.
La quiastolita o piedra cruz, como es popularmente conocida en esta zona del Biobío, es una gema de origen mineral que, además de su belleza, posee una característica que la hace única: una inclusión carbonosa de grafito que dibuja, con su pigmentación más oscura, una cruz celta en su centro. De ahí su nombre.
Las integrantes de la “Agrupación de Recolectoras de Piedra Cruz” dicen que su oficio, al menos en Laraquete, tiene un marcado acento feminista. ¿Saben por qué? Pues, porque desde su origen, hace ya más de un siglo, siempre ha estado a cargo de las mujeres. Aunque no hay una respuesta para explicar ese fenómeno, lo cierto es que este trabajo les ha permitido alcanzar independencia económica y, de esta manera, contribuir en el desarrollo de sus hijas e hijos, para quienes acceder a la educación superior ya no es utopía.
Recolectar estas coloridas gemas, explican las canteras, no es un trabajo sencillo. Detrás de cada piedra hay horas de intensa búsqueda, tolerando las bajas temperaturas del Cruces y la fatiga de estar la mayor parte del tiempo agachadas. Cuando el río viene cargado, casi siempre durante los meses de invierno, las aguas suelen enturbiarse, lo dificulta enormemente la faena. Pero eso no es impedimento para estas mujeres, quienes hace algún tiempo desarrollaron un ingenioso sistema de observación, similar al de una lupa, hecho con recipientes de plástico, con el que son capaces de penetrar la turbiedad hasta dar con el preciado mineral.
El día que las conocí, las mujeres de Laraquete me invitaron a participar de una jornada de extracción. La verdad es que, más allá de los chistes y las risas, el esfuerzo que debían hacer para dar con una sola piedra era enorme. Verlas ahí, descalzas, desafiando las bajas temperatura y con sus rostros alegres, a pesar de todo, me emocionó profundamente. A modo de anécdota, les cuento que intenté seguir su ritmo, pero el frío me mandó a la orilla a los pocos minutos. ¡Y eso que estaba con botas de agua!
Más tarde, mientras mi cuerpo recuperaba su temperatura al fragor de una exquisita sopa, las mujeres me que contaron que, gracias a su esfuerzo, habían podido cumplir muchos de sus sueños. Pero había uno que estaba pendiente: que la quiastolita que ellas extraían fuera reconocida con el sello de dominación de origen. Y tenía toda lógica. Pues, a excepción de una pequeña localidad de España, la Cruz sólo se encuentra en Laraquete.
Pocos meses después de mi visita, las mujeres de Laraquete recibieron la noticia que durante años habían esperado. Cuando me enteré, no pude sino emocionarme por ellas.
Compartir con las recolectoras de Laraquete ha sido una de las experiencias más significativas que he vivido en mis casi ocho años de viajes por Chile. La pasión por su oficio, las ganas de cambiar el rumbo de sus vidas y esa alegría inquebrantable, dejaron para siempre una huella imborrable en mi memoria.
Ubicación: Comuna de Arauco, Región del Biobío.
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