En Primera Persona: Torres del Paine y la fragilidad del paraíso

En primera persona: Torres del Paine

Llama la atención que uno de los escenarios naturales más bellos de Chile viva bajo un permanente estado de vulnerabilidad. Con sus 1.814 km2 de superficie, el Parque Nacional Torres del Paine forma parte del selecto grupo de reservas cuya mayor virtud es, al mismo tiempo, su principal amenaza.

Casi 300.000 turistas llegan cada año a este mágico territorio para contemplar sus majestuosos paisajes y atractivos. La mayoría, qué duda cabe, lo hace de forma responsable, respetando las estrictas normas que buscan protegerlo.

Glaciar Gray
Glaciar Gray

Pero no es menos cierto que, dentro de esa enorme masa de visitantes, hay individuos que se niegan a aceptar que el impacto que provocan por el simple hecho de estar ahí, recorriendo sus sinuosos y extensos senderos, por mínimo que sea, altera enormemente su frágil equilibrio.

Junto al equipo de Lugares que Hablan decidimos visitar Torres de Paine pocos días después del término de la temporada alta. La invitación nació de un grupo de voluntarios que, una vez al año, se reúne para mitigar la inevitable huella que los turistas dejan a su paso. Un trabajo silencioso, fundamental para preservar el ecosistema de uno de los sitios más emblemáticos de nuestro territorio.

Torres del Paine
Torres del Paine

Como siempre, salimos de Santiago de madrugada. Luego de cuatro horas de vuelo, aterrizamos en Punta Arenas. El frío patagónico que sentí al caminar por la loza del aeropuerto me advirtió que, en el último lugar del mundo, siempre hay que estar preparado para soportar el rigor de un clima que, si se le antoja, puede convertirse en un verdadero obstáculo.

Desde la capital de Magallanes, nos trasladamos en dirección norte hacia la ciudad de Puerto Natales siguiendo la serpenteante Ruta 9. Después de casi un día de interminable recorrido, llegamos a nuestro destino: el mítico Parque Nacional Torres del Paine.

Al día siguiente, bien temprano en la mañana, en el sector de Salto Grande, uno de los rincones más visitados por los turistas, nos recibió Javier Roger, uno de los guías más queridos del Parque Nacional. Antiguo brigadista de CONAF, “Flash”, como es conocido por quienes trabajan en la reserva, es uno de los impulsores de la llamada “Fiesta de la limpieza”.

Javier Roger, guía de Torres del Paine
Javier Roger, guía de Torres del Paine

En esta actividad, que se extiende durante una semana, participan voluntarios de diferentes lugares de Chile e incluso del extranjero, unidos por un objetivo: salvaguardar la que ha sido calificada en varias oportunidades como la “Octava Maravilla del Mundo”.

Debo reconocer que grabar esta parte del programa no fue algo agradable. Pero no se confundan. Flash y sus compañeros me conmovieron por su entrega y esfuerzo. Su amor por la naturaleza es un ejemplo consecuencia, digno de imitar.

Pero encontrarme con tal cantidad de desperdicios fue un golpe doloroso, que me llenó de vergüenza. Si la basura campea en un lugar como el Paine, donde el control es estricto, qué queda para otros lugares que no cuentan con medidas de protección.

Basura en Torres del Paine
Basura en Torres del Paine

Mientras recogíamos colillas de cigarrillos, envases plásticos y un sinfín de residuos, Flash notó mi malestar. Aunque comprendía mi estado, me confesó que la inconciencia de algunos turistas, lejos de paralizarlo, lo impulsaba a trabajar con más entusiasmo.

En sus excursiones, dijo, no sólo se limitaba a mostrar los atractivos del Parque, sino que también a educarlos para intentar cambiar sus hábitos. Es una tarea difícil, pero motivante, concluyó.

Al terminar la jornada, Javier hizo un cálculo aproximado de la cantidad de basura que habíamos recogido ese día y del total que llevaban durante la campaña: 120 kg.

Reglas Torres del Paine
Reglas Torres del Paine

A la mañana siguiente, con los primeros rayos del sol despuntando en el horizonte, nos desplazamos hacia la Estancia Las Torres. Allí nos reuniríamos con miembros de la AMA, una ONG que lleva adelante otro plan para preservar este verdadero paraíso: restaurar el sendero más transitado del parque.

Cristián Andrade es oriundo de Tierra del Fuego y desde hace seis años es la persona cargo de mantener operativos los senderos de la reserva. Su rol es fundamental, pues estas rutas no sólo permiten a los visitantes recorrer Paine de manera segura, sino que también ayudan a mitigar su impacto en el entorno.

Cristián me contó que hace algunos meses acompañó a un grupo de expertos a recorrer todas las rutas del parque para hacer un diagnóstico de su estado. La conclusión no fue precisamente alentadora: la mayoría de los caminos requería de arreglos urgentes.

Cristán Andrade
Cristán Andrade

El problema, me explicó, es el costo del proyecto. Su ejecución dependerá de la recaudación de fondos, proceso que podría tardar más tiempo del recomendado.

Junto a Cristián y algunos miembros de la fundación participamos de la eparación de una escalera de piedras, que necesitaba un nuevo escalón. Desde un río, extrajimos algunas rocas de gran tamaño, que servirían como base para el peldaño.

Transportamos el material en carretillas y, a punta de hachas y picotadas, abrimos la tierra hasta dar con el espacio necesario para encajar el bloque. Fue un trabajo extenuante pero que, con afano y entusiasmo, pudimos terminar con éxito.

Reconstruyendo senderos en Torres del Paine
Reconstruyendo senderos en Torres del Paine

Quienes trabajan en Paine dicen que uno de los momentos más hermosos que puede vivir un turista mientras recorre sus senderos es encontrarse con un puma. Las posibilidades dar con un ejemplar son bajísimas. Este felino, solitario por naturaleza, es tan escurridizo, que avistarlo puede tomar varios días, incluso semanas. Es, literalmente, como buscar una aguja en un pajal.

Antes de viajar a Magallanes, mientras trazábamos la ruta, nos propusimos ir tras las huellas de este hermoso animal, que habita las zonas montañosas de todo el continente. No todos en el equipo estaban convencidos.

Como suele ocurrir en los viajes, nuestro irrefrenable deseo de conocer y descubrir es inversamente proporcional al tiempo que contamos para eso. Luego de un intenso debate, aceptamos el desafío. Para aumentar nuestras chances, decidimos dividirnos en dos grupos para abarcar una superficie mayor.

Puma en Torres del Paine
Puma en Torres del Paine

Miguel Fuentealba, quien lleva varios años dedicado a seguir la pista de este silencioso felino, fue el líder de mi grupo. Oriundo de Collipulli, apenas cumplió la mayoría de edad dejó la Araucanía y fue al último lugar del mundo en busca de su destino.

Se radicó en Punta Arenas y en su primera visita al parque logró fotografiar a dos ejemplares. Aunque las imágenes eran francamente deficientes, reconoció con un dejo de vergüenza, los guardaparques se mostraron sorprendidos por su buena suerte.

Miguel Fuentealba
Miguel Fuentealba

Al poco tiempo, Miguel encontró trabajo en Paine como conductor de una van de turismo. Durante los trayectos, se entretenía registrando los paisajes. Y como la práctica hace al maestro, después de algunos meses su técnica mejoró de forma considerable.

El amor, me explicó, lo llevó hasta Santiago, donde vivió por tres años. En su estadía en la capital, se ganó la vida como estatua humana. Creó un personaje llamado “El Guerrero Pacífico”, con el que se pasaba tardes enteras sorprendiendo a los peatones que circulaban por el Paseo Ahumada.

Pero como su destino ya estaba escrito, regresó a Magallanes y se instaló junto a su pareja en Puerto Natales, donde siguió perfeccionando sus performances. Con el dinero que recaudó, compró equipos profesionales y se lanzó a la búsqueda del mítico puma. Hoy, es considerado uno de los más excelsos rastreadores de este felino.

Con Miguel y Paulina Alvarado, una de las pocas guardaparque de CONAF que trabaja en Paine, caminamos durante todo el día en busca de unos de los pocos felinos que habita en la reserva. Y aunque la travesía no resultó como esperábamos, en ningún caso se trató de un día perdido.

El Lago Sarmiento, uno de los rincones más bellos de la “octava maravilla”, fue el punto final de una jornada donde pudimos capturar imágenes increíblemente bellas.

Como debíamos seguir con las grabaciones, al día siguiente una parte del equipo, encabezados por Miguel y Paulina, continuó con las pesquisas del escurridizo animal, mientras yo me trasladaba a otro sector del Parque.

¿Se preguntarán cómo terminó la historia? Un puma hembra, conocida popularmente Mailén, que en mapudungún significa “poderosa, noble e inteligente”, apareció frente a las cámaras de mis compañeros y posó mostrando toda su majestuosidad. Mala suerte para mí, buena suerte para mis compañeros, mascullé cuando por radio me informaron del desenlace de la travesía.

Aunque perderme el encuentro con Mailén fue un sinsabor, no tuve demasiado tiempo para lamentarme. Esa misma tarde nos embarcamos en un catamarán con destino al que es, junto con los imponentes macizos de roca que dan nombre a la reserva, el principal atractivo de Torres del Paine: el Glaciar Grey.

Mi anfitriona en este tramo de la visita fue la entrañable Selva Díaz, quien durante su infancia y adolescencia tuvo el privilegio de vivir a los pies del glaciar. Mientras nos adentrábamos en el lago, Selva me contó parte de su historia.

Selva Díaz
Selva Díaz

Su padre fue un estanciero a la vieja usanza, silencioso y solitario, capaz de pasar semanas enteras perdido en la inmensidad de este territorio. A pesar de su rigor, fue un hombre especial, sabio, que explicaba el mundo a través de la naturaleza, los bosques, los insectos.

Algunos kilómetros antes de llegar a nuestro destino final, atracamos en Refugio Grey, el lugar preciso donde Selva escribió los primeros capítulos de su historia. Junto a uno de sus hijos, recorrimos lo que alguna vez fue la estancia de su familia.

Mientras nos internábamos en la espesa vegetación, Selva relató que su abuelo fue una de las primeras personas en llegar a este apartado rincón del país. La Reforma Agraria, impulsada por el gobierno de Salvador Allende, fue un mazazo para ella y sus parientes, quienes debieron abandonar este paradisiaco territorio luego de ser expropiado por el Estado. Su vida, dijo emocionada, nunca más volvió a ser la misma.

Nos despedimos de Selva y retomamos la ruta hacia el glaciar. A medida que nos acercábamos, el catamarán debió sortear gigantescos y azulados témpanos de hielo. Contemplar este espectáculo natural me produjo sentimientos encontrados.

A pesar de su belleza, el que naveguen a la deriva es consecuencia directa de los efectos del cambio climático. Esa misma mañana, me comentó uno de los tripulantes, se había desprendido un trozo de hielo de casi ocho hectáreas de superficie.

Kayak en el Glaciar Gray
Kayak en el Glaciar Gray

Al llegar al glaciar, fue inevitable pensar en la fragilidad de este colosal paraíso. Un territorio de una belleza inigualable, pero cuyo porvenir, como el de muchos lugares del planeta, pende de un hilo. Su futuro, lamentablemente, no está en nuestras manos.

Sólo una política global de gran alcance, que se sustente en hechos concretos y no en panegíricas proclamas, donde las potencias se comprometan sinceramente a actuar a favor del medioambiente y no en sus propios intereses, puede revertir un panorama tan oscuro como incierto.

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