Yo Recomiendo: El Rey De Sánguche De Potito

“Si no fuera por esto, no sería nada”, dice Luis Alberto Gutiérrez, don Beto, apuntando con un cuchillo el enorme trozo de pernil que se apresta a trozar. Es casi el mediodía de un jueves de agosto y, en los alrededores del Hipódromo Chile, la agitación por una nueva jornada de carreras comienza a crecer.

El Rey de del sándwich de potito conoce de memoria ese mundo, donde la pasión, la adrenalina y el nerviosismo dan forma a un ambiente único, a ratos surrealista. Ya son más de cuatro las décadas que lleva don Beto deleitando el paladar de miles de aficionados a las carreras siendo, a estas alturas, patrimonio vivo de Independencia.

Su historia con este emblemático sándwich nació como una medida desesperada para generar ingresos luego de ser despedido de su trabajo. Fue Nora Bozo, su compañera de toda la vida, quien le propuso salir del paso con este emprendimiento.

-La primera vez salí yo –dice la Reina. -Me fui al Matadero y compré potito, que en esa época todavía se vendía en el matadero.

La jornada de Beto y Nora comienza de madrugada. Mientras ella cocina la carne, el rey coge su camioneta y se traslada hasta Independencia. En La Vega Central, se reúne con sus proveedores y, luego de conversar un café hirviendo, regresa a casa con las provisiones frescas Allí, su esposa e hijos ya están en la mesa, esperándolo con un sándwich de potito listo para recargar energías y enfrentar la larga jornada.

A la hora de preparar el célebre sándwich, de don Beto y Nora son inflexibles con la receta original. Un genuino potito, explican los reyes, debe partir por el pan. Y el único pan permitido es la marraqueta. El tipo de carne tampoco se negocia: guatitas y tripa gorda de vacuno. El ají debe picar y la cebolla, que es la base de la salsa verde, crujir en la boca. Fundamental también son las cuatro rodajas de tomate que presionan la carne y la mayonesa, siempre casera.

Don Beto y doña Nora son verdaderos emblemas del Hipódromo Chile, una pareja que, gracias al esfuerzo y la pasión, ha sacado adelante a dos generaciones. En un país donde es demasiado recurrente toparse con reyes y reinas, ellos tienen más que merecido su cetro.

Por eso, si alguna vez te animas a pasar una tarde en el Hipódromo, no pierdas la oportunidad de disfrutar del mítico sándwich de potito de don Beta y doña Nora. Yo, definitivamente, lo recomiendo.

Dirección: Fermín Vivaceta 1372, Independencia.

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