Adrenalina a tope, vértigo y resistencia física. Así podría resumir el mountain bike o ciclismo de montaña, un deporte relativamente nuevo en nuestro país, pero que cada año gana más adeptos. Considerada una disciplina de alto riesgo, consiste en recorrer rutas naturales muy difíciles de transitar, con cuestas empinadas y descensos muy rápidos. Generalmente, se practica en cerros, bosques y quebradas.
Una de las virtudes del mountain bike, además de los beneficios propios de toda actividad física, es que se trata de un deporte que permite descubrir destinos desconocidos sin provocar impacto en el entorno.
Debido a su particular geografía, la Región Metropolitana es considerada uno de los mejores spots en Chile para desarrollar este deporte. Y lo mejor, es que muchos de estos circuitos se encuentran a escasos kilómetros de la capital. Si vives en Santiago y estás en busca de emociones nuevas, en la siguiente nota te mostraré cinco lugares donde puedes hacer MTB.
Reserva Natural El Durazno
Al oriente de la comuna de Lo Barnechea se encuentra una de las mejores rutas en Santiago para hacer ciclismo de montaña. Para los riders expertos, El Durazno es una suerte de catedral, no sólo porque sus circuitos están bien diseñados, sino también porque su acceso es completamente gratuito.
La ruta principal de este bike park cuenta con un pendiente de 413 metro de subida, altamente exigente, sobre todo después de los días de lluvia. A pesar de eso, el sendero, que atraviesa un tupido bosque nativo, es claro y transitable. Si tienes experiencia, llegar hasta la cima del circuito te tomará alrededor de tres horas. El premio para quien logre el objetivo es una panorámica única de la cuenca del Mapocho y también del sector oriente de Santiago.
El Panul
Este conocido cerro de la comuna de la Florida es regularmente visitado por los raiders santiaguinos, principalmente los fines de semana. Su cercanía con la ciudad, su gran conectividad y sus paisajes, lo convierten en un destino de primer nivel. Si bien algunos de sus tramos son bastante complejos, es muy común encontrarse con menores dando sus primeros pedaleos en este deporte. El circuito de El Panul es circular y su extensión es de cinco kilómetros, casi todo al interior de un bosque nativo.
Panul se encuentra en los faldones cordilleranos, justo donde termina la avenida Rojas Magallanes. Por cierto, su acceso es gratuito.
San Carlos de Apoquino
Se encuentra al interior del Parque Cordillera, una reserva privada enclavada de los faldones cordilleranos. Su ingreso es a través del estadio San Carlos de Apoquindo y tiene un costo de $2.000. Aunque es una ruta utilizada principalmente para hacer trekking, con el paso del tiempo se ha convertido en una de las más concurridas por los riders. Los senderos cuentan con subidas y bajadas exigentes, con senderos estrechos y rodeados de vegetación nativa.
Hacienda Las Varas
Aunque está al interior de una propiedad privada, el ticket de ingreso a la Hacienda es muy económico ($1.500). Se encuentra en el kilómetro cuatro del camino a Farellones. Esta ruta, según los expertos, una de los más exigentes de la capital, debido a sus pendientes empinadas y a su irregular camino, con tierra suelta y rocas de gran tamaño. Además de su belleza escénica, este lugar ofrece panorámicas increíbles de la ciudad. Otra virtud de Las Varas es que tiene conexión con otros senderos, que incluyen los de San Carlos de Apoquindo.
El Cardo-Pirque
Entre los cerros del Cajón del Maipo se encuentra la ruta El Cardo, una de las más completas de la región Metropolitana. En ellas podrás encontrar descensos rápidos, caminos estrechos, cortes abruptos y muchas rocas. El recorrido comienza en el sector de Las Vizcachas, siguiendo la ruta que va hacia San José. Luego de pasar el puente La Sirena, viene un segundo tramo que sigue el camino hacia Pirque. A medida que avanzas hacia el Cardo, la pendiente comienza a crecer sostenidamente.
Los senderos de esta ruta son de alta dificultad, con tierra suelta y muchas curvas, que exigen fuerza y destreza frente al manubrio. Son aproximadamente 25 kilómetros de camino, que se internan por bosques y quebradas. Al llegar al farellón viene la mejor parte de la experiencia: un descenso vertiginoso y a gran velocidad. En promedio, esta travesía tiene una duración de cuatro horas.