Cinco delicias chilenas para endulzar los días fríos

No es sencillo resignarse a la idea de que el verano vive sus últimos días. Y aunque estamos acostumbrados a esta amarga experiencia, eso no quiere decir que no se trate de un momento cargado de melancolía. Atrás comienzan a quedar los atardeceres cálidos, los cielos despejados y las noches al aire libre. Como un ejercicio de resignación, nos aferramos a los recuerdos, las añoranzas y todos aquellos momentos que marcaron los primeros meses del 2021.

Pero, como no hay mal que por bien no venga, el invierno no sólo viene acompañado de lluvias, bajas temperatura y días que se apagan a media tarde. Si hay algo que me fascina de esta estación son las masas, sobre todo las que endulzan el paladar y que tienen la capacidad de transportarte a los mejores años de la infancia. Nada mejor que arroparse en el sofá, con una jarra de café, un delicioso dulce y una entretenida película. De solo pensarlo, se me hace agua la boca.

Por eso, en este post quise hacer un listado con las delicias favoritas para acompañar las frías tardes de invierno. ¿Coincidirán conmigo? Vamos a ver.

Picarones

Picarones
Picarones

Esta deliciosa masa con forma de anillo, elaborada en base a harina, zapallo, huevo, naranja y un poco de maicena, tiene su origen en el norte del país y está presente en nuestras vidas desde la época de la colonia. Aunque tiene un gran parecido con el calzón roto (ya hablaremos sobre él), la diferencia entre ambas preparaciones radica en su forma, pero también en sus ingredientes. El picarón, al menos el original, es una argolla gruesa, sustanciosa y de gran sabor. El calzón roto posee un agujero en su centro, pero infinitamente más pequeño. El segundo además prescinde del zapallo. Donde hay coincidencia es que ambos son irresistibles.

Berlín

Berlín
Berlín

La receta de este manjar de los dioses llegó junto a los colonos alemanes que se asentaron en el sur del país a fines del siglo XIX. Aunque existen versiones donde el relleno principal es el manjar, el original se prepara con crema pastelera. A mí me gustan en sus dos modalidades, aunque me decanto por el tradicional. ¿Saben por qué? Pues, porque así los vendía la tía del kiosko en el colegio.

Un buen Berlín se elabora con cuatro tazas de harina, dos cucharitas de levadura, dos huevos a temperatura ambiente, manteca para freír, una taza de leche fría y una de azúcar flor. Y, por supuesto, el ingrediente más importante: la crema pastelera.

Churros

Churros
Churros

Un clásico para las tardes de invierno. No he conocido a ninguna persona capaz de resistirse a su sabor inconfundible. Esta deliciosa y crujiente masa tiene su origen en China y no en España, como muchos piensan. Su nombre original era “youtiao”, cuya traducción al castellano es “palo de pan frito en aceite”. Su expansión por el mundo fue gracias a los portugueses, quienes modificaron su aspecto tosco por un coqueto diseño estrellado; y también su receta, reemplazando la sal por azúcar flor.

Los churros son tan magníficos que su receta está presente en casi todas las cocinas de mundo. En Chile los comemos con azúcar flor y también rellenos con manjar. Hay quienes han experimentado con sus ingredientes, reemplazando, por ejemplo, el dulce de leche por leche condensada o mermelada.

A juicio de los entendidos, el churro perfecto debe ser crujiente por fuera y jugoso por dentro, bien cocido, sin exceso de grasa ni sabor a harina. El secreto de su preparación está en la mezcla y el proceso de amasado, el cual debe ser minucioso y prolongado. Un consejo: si vas a utilizar aceite, prefiere el de oliva.

Calzones rotos

Calzones rotos
Calzones rotos

El mito popular dice que su nombre surgió luego de que una vendedora de la comuna de Estación Central, mientras voceaba sus dulces en plena calle, fue víctima de una caprichosa ventolera, que blandeó su falda y dejó al descubierto parte de su humanidad. Verdad o no, lo cierto es que esta popular preparación es infaltable cuando comienzan a caer los primeros goteros invernales, sobre todo a la hora de la once.

Los calzones rotos se elaboran con harina, azúcar flor, mantequilla, huevo y leche. Una vez que la masa tenga la consistencia adecuada, ésta debe reposar algunos minutos para luego darle su inconfundible forma trenzada. El secreto de la receta está justamente en su consistencia. Cuando ese requisito se cumple, el éxito está asegurado.

Sopaipilla

Sopaipilla
Sopaipilla

Es la reina indiscutida de los inviernos. Presente en restaurantes, cocinerías, picadas e incluso en puestos callejeros, la sopaipilla es parte de nuestra historia e imaginario colectivo. Su origen, vale aclarar, se encuentra al otro lado del mundo. Fueron los árabes quienes popularizaron esta crujiente masa de harina, que solían engullir bien aceitada. La invasión musulmana a la Península Ibérica, a comienzos del siglo VIII, marcó para siempre la cultura española. Y las sopaipillas formaron parte de ese influjo. Su arribo a nuestro continente se produjo cientos de años más tarde de la mano de los conquistadores. El pueblo mapuche la adaptó y la bautizó con ese nombre en honor a un ave. Su sello distintivo es la chancaca, una salsa elaborada con azúcar, melaza, canela y cáscara de naranja, que le da un sabor único e inigualable.

 

 

 

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