Nada mejor que terminar la tarde o comenzar una noche de verano (eso depende de usted) con buen un trago, idealmente uno que refresque el cuerpo y nos sacuda, al menos durante un par de horas, de la infernal rutina de la ciudad.
Seguramente estás pensando en una piscola, un espumante o en un clásico pisco sour. Y si bien es cierto que los tres cumplen a cabalidad esas tareas, la lista de tragos de verano es extensa y para todos los gustos y bolsillos.
¿Tienes ganas de capear el calor con algo diferente?
Si tu respuesta es sí, toma nota. Porque en este post voy a compartir una lista con los mejores tragos para alegrar tus tares de verano.
Ramazzotti
Es uno de los tragos que más adeptos ha ganado en los últimos años en nuestro. Y esto se debe, en gran medida, a su frescura y levedad. Su origen se remonta a la Italia de los primeros años del Siglo XIX, cuando el milanés Ausano Ramazzotti, dueño de una pequeña tienda de hierbas y plantas medicinales, comenzó a fusionar flores de hibisco y azahares con diferentes tipos de licores hasta dar con la fórmula perfecta. Aunque su invento no tardó en popularizarse en la toda península, recién en la década del 50 su marca comenzó a expandirse a nivel mundial.
El más conocido es el Sprtiz, un aperitivo que se prepara con soda, espumante y tres rodajas de limón. ¿Cómo hacerlo? Muy sencillo: Cincuenta por ciento de ramazzotti, 40 de champaña y el resto de soda. Si bien el cítrico es el ingrediente que le da el toque distintivo, unas hojitas de menta no le vienen nada de mal.
Aperol
También italiano, el Aperol es una bebida similar ramazzotti, elaborada en base a hierbas. Es suave y refrescante, aunque un poco más amarga. Su preparación más popular usa los mismos ingredientes que su pariente, pero con naranja en vez de limón, y tónica en lugar de la soda.
A diferencia del ramazzotti, este aperitivo lleva un poco más de champaña que de aperol y mantiene la proporción de la bebida tónica.
Gin tonic
La ginebra o gin es una bebida que, bien preparada, es francamente insuperable. Aunque su origen se remonta a la Holanda de fines del XVIII, se hizo mundialmente conocida gracias a uno de los personajes más importantes del Siglo XX: Winston Churchill. Su fanatismo por este destilado era tan grande, que en una oportunidad afirmó, con total desenvoltura, que el gin-tonic “ha salvado más vidas y cabezas inglesas que todos los médicos del Imperio”.
Preparar un gin-tonic no es sencillo, pero, como todo en la vida, la maestría se adquiere con la práctica. La clave, dicen los expertos, está en su contenedor. Hay quienes piensan que el envase cumple un rol secundario. Al menos con el gin-tonic, eso no es así. Una ginebra debe servirse en una copa de balón, donde entren, holgadamente, cuatro o cinco cubos de hielo, grandes y compactos. Debes usar dos torrejas de limón. Con la primera se frota el borde de la copa y se agregan unas gotas de zumo. La segunda va directamente al copón. Luego, tienes que agregar 50mm de ginebra y 200 de tónica. Recuerda revolver el contenido antes de beberlo.
Sangría
Una genialidad cuyo origen, que se remonta a los primeros años del Siglo XIX, se lo disputan españoles, portugueses, británicos e incluso ecuatorianos. Fresca, suave y dulce, la sangría es, según mi humilde opinión, una de las mejores bebidas para palear el calor y encender cualquier conversación.
Vino tinto, fruta picada, un poco de azúcar y hielo. Nada más necesita esta bebida para hechizar con su sabor único e inconfundible. Los más puritas dicen que la naranja y la frutilla son insustituibles. Sin embargo, hay quienes la preparan con manzana, sandía y mango. Yo no discrimino. Todos los ingredientes me vienen bien. Donde no transo es en su temperatura: una verdadera sangría debe estar fría desde la primera a la última copa. ¡He dicho!
¿Cómo se prepara? Lo primero es elegir muy bien la fruta. Como el sabor que debe prevalecer siempre es el del vino, no utilices frutas muy maduras. Cuando la piques, procura que los trozos no sean demasiado pequeños. Recuerda que éstos deben permanecer siempre en el fondo del jarrón.
Al momento de verter el vino en el jarrón, éste debe estar bien frío. A temperatura ambiente, vas a necesitar más hielo del recomendado. Y cuando es ocurre, lo más probable es que el dulzor se pierda por la cantidad de agua. La cantidad de azúcar o endulzante que le agregues a la bebida va a depender de tu gusto personal. En mi caso, menos, es más.
Y lo más importante. Después de revolver con mucho cariño, deja que la bebida repose durante 30 o 40 minutos dentro de un refrigerador. Si sigues esta recomendación, tu sangría será un exitazo.
Melón con vino
Un clásico playero, infaltable en fogatas nocturnas y tardes de piscina. Eso es el melón con vino, el famoso “Melvin”, un trago liviano, refrescante y, por sobre todas las cosas, comunitario. Aunque forma parte de nuestra identidad, su origen no está en Chile, sino que en España.
Lo primero que debes tener en cuenta a la hora de preparar esta bebida, es que la única variedad de melón permitida es la tuna, cuyo color y aroma son inconfundibles. Al escogerlo, concéntrate en su aroma más que en su textura. Si está demasiado maduro, el resultado no será el óptimo. Recuerda refrigerarlo por al menos un par de horas. Otro detalle que no puedes dejar pasar: utiliza azúcar flor. No hay nada más desagradable que sentir un grumo de azúcar deslizándose por tu garganta. Y en cuanto al vino, la mejor cepa es la chardonnay, que combina a la perfección con los sabores dulces.
En cuanto a la técnica para abrir el melón, usa un cuchillo con buen filo. Toma el tiempo que sea necesario para sacar las semillas que se alojan en su centro y desprende su carne con paciencia.